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martes, 26 de junio de 2007

En Un Momento.

Una de las escenas más inolvidables de la película "Perfume de Mujer" (Scent of a Woman), es aquella en la que el protagonista, un hombre ya bastante mayor invita a bailar a una joven y bella mujer. Ésta sorprendida le responde: ¡No puedo porque mi novio llegará en un momento! Y Al Pacino, con fuerza, serenidad y seguridad a la vez le dice: "EN UN MOMENTO SE VIVE UNA VIDA", mientras la ha cogido de la mano y la lleva al centro de la pista de baile. Y juntos bailan un Tango..



Una de las escenas inolvidables de mi memoria y en mi vida real, fue aquella vez en que de regreso a mi gimnasio, y al entrar al "Dojo", a mi derecha pude apreciar el perfil de un Ángel que sentado cerca de una ventana observaba los entrenamientos de aquel memorable también "humilde dojo del paseo de las delicias", era finales de 1982. Sinceramente me quedé deslumbrado al observar tanta belleza, unida a su increíble ternura y dulzura. Desde entonces y con frecuencia solía cantar al viento (o a ella misma), "I´m all shook up" (Me flechaste).



Ella comenzó a entrenar Fu-Shih Kenpo conmigo, y toda vez que la observaba mi corazón se agitaba, mis ojos la contemplaban en su figura estilizada, fina y delicada. Un día se entretuvo conversando conmigo al final de un entrenamiento. Así nos conocimos un poco más. Tenía novio, preparaban su pronta boda. Jon Fanning, que por aquellos tiempos circulaba por mi gimnasio, un día me dijo: "Esa es la chica ideal para ti". A lo que respondí: "Es lo que creo"...



En cierta ocasión le dije a ella: "Dile a tu novio que se dé prisa con los trámites de la boda, porque si no te perderá". Y así fue...yo perdí lo que hasta entonces tenía, ella perdió a su novio, su novio la perdió a ella; quien hasta entonces me tenía, me perdió a mi, y así, todos "En un momento perdimos el rumbo, nuestras vidas trazadas hasta entonces, y entre tanto dolor, ella y yo nos procuramos un rincón de felicidad".



Pero, como puede triunfar el amor entre tanto dolor esparcido en un momento determinado. Ella tenía sus remordimientos, y yo los míos. Fue una etapa muy dura desde mi perspectiva. Desconozco hasta que punto lo fue para ella. Pasó el tiempo, y así como reza el dicho: "El tiempo todo lo cura", fuimos estrechando nuestros lazos afectuosos ella y yo. El de nuestras familias y entorno social.



Lo curioso de nuestra relación es que yo la amaba. La admiraba, a veces me quedaba observándola con tanta pasión dentro que mi corazón se sentía inmensamente feliz de saber que era "mi esposa", mi mujer, mi compañera del día a día. Quizá el error, fue que nunca supe transmitirle o tan siquiera comentarle estos profundos sentimientos mios. Siempre que entrabamos en crisis de nuestra relación, yo volvía a sentir y a saber que seguía amándola, que no deseaba perderla. Pero, ¿estaría quizás condicionado porque en cierto momento una clarividente amiga, me había vaticinado que nuestra relación se tenía que romper? ¿Fui culpable por mi inmadurez a veces, mi negligencia a veces, mi estupidez a veces, mi irresponsabilidad a veces? ¿O fue todo junto, lo que nos llevó al desastre?.



Otros momentos inolvidables de nuestra relación, fueron: Cuando nació nuestra hija, toda aquella sublime etapa de su crecimiento inicial. Cada vez que ella me hablaba me impactaba el corazón. Cuando me explicaba como educar a nuestra hija. Como amarla, protegerla, darle buenos ejemplos, etc.. A ella doy gracias, porque ha sido la única etapa de mi vida, en la que durante tanto tiempo he sido feliz, teniendo un hogar y una hermosa y sagrada familia. Siempre quise haber compartido más con sus padres (mis ex-suegros), y con todo su entorno familiar. Porque yo les quería y necesitaba. Aún les quiero. Y ahora sé también, que entonces tendría que haber dado rienda suelta a mis buenas intenciones para con ellos. Todo aquello que no viví, me lo perdí. Y ahora aunque todo ha cambiado, me gustaría saber que es lo que debo hacer, para que ellos sepan cuando les quiero y respeto.



Nuestra convivencia duró cerca de 17 años. Y Dios sabe que nunca quise perderlas, nunca quise hacerles daño, nunca quise faltarles; pero fallé en todo, y equivocándome una y otra vez, les fallé a ellas/os y a mi mismo. Siempre que vi cada etapa obscura aproximarse intenté luchar, y muchas veces vencí, pero otras fuí vencido. A este tipo de desconcertaciones dentro de mi mismo, nunca les hallé la explicación correcta. Nunca supe porque cada ciertas etapas caía en un vacío absurdo e incomprensible. Alguna fuerza maligna me arrastraba, y aunque en cierto modo era consciente, esas fuerzas extrañas me volvían a adormecer y me sometían hacia algo que en realidad yo no deseaba. Y pregunté al cielo tantas veces, grité a los cuatro vientos buscando el porque de esas situaciones, que en el fondo de mi yo no deseaba. Y así de este modo, llegó el día del juicio final. Y todos caimos en un profundo pesar. Durante todos estos últimos años, hemos sufrido y perdido muchas cosas. Pero lo que más me duele, es el hecho de haberme perdido todos esos preciosos minutos, horas, días, meses y años de convivencia mutua. El día a día. El proceso de desarrollo y crecimiento de nuestra hija. Saber o pensar que toda vez que me necesitaron, yo estaba lejos, me hiere el alma.
Pero ya está, nada podemos hacer para intentar borrar el pasado, porque es inamovible. Tampoco es bueno regresar atrás constantemente para martirizarnos. Es lógico caer en ello a través del remordimiento, pero solo debemos hacerlo para no olvidarnos de cuales han sido nuestros errores, y luego procurar corregir el camino futuro. Como yo digo, hay que saber perder. Tenemos que ser honestos de una vez por todas, y recordar cuantas veces Dios nos tendio su mano, cuantos hermosos y grandiosos regalos nos ha dado durante toda nuestra existencia. Saber también, que él siempre está ahí para todos, "Dios está en todas partes". Y que una y otra vez nos dará nuevas oportunidades, como nuevas lecciones para aprender, y evolucionar hasta encontrarnos en profundo armonía con él y con el universo.
Es el momento presente el más importante a cada instante. Cada segundo, cada minuto es una nueva oportunidad para construir nuevas y armoniosas formas de existencia. Que hermoso es salir a caminar con la frente en alto, con la mente, el corazón y el espíritu limpios. Hemos pecado, hemos fallado, hemos sufrido y hemos hecho sufrir; pero también hemos aprendido a un alto precio "la lección".
Ultimamente y después de años de constante trabajo, empiezo a sentir otra vez mi armonía. Mi telepatía y clarividencia vuelven a tener fuerza y precisión. Estoy construyendo a mi alrededor un nuevo mundo. Aquel que siempre me fue ofrecido, aquel que alguna vez disfruté y luego perdí por completo. Lo más importante es que aún estamos "vivos", y aunque la vida a veces es dura y nos trae grandes amarguras y sufrimiento, mientras sea vida, así podremos intentarlo de nuevo. Quizás ahora, después de perderlo "casi todo", disfrute cada vez más de las cosas pequeñas y simples de nuestra existencia. Una de ellas es nuestra propia "salud". Si hay vida, salud, deseos y voluntad para esforzarnos un poco más cada día, entonces iremos construyendo el camino hacia la felicidad y armonía eterna.
Un día una persona del sexo opuesto, me confesó haberme realizado un maleficio muy fuerte, para destruir mi hogar y convivencia con esos seres a los que tanto amé y amo. Me pidió perdón por haberlo hecho, solicitando mi absolución de tan grave falta. ¿Como se puede perdonar a alguien que te ha causado tanto daño? ¿Habrá sido proporcional al daño que en su día quizás yo le causé a ella?. Sea lo que sea, lo único es aceptar esa confesión como algo que ya ocurrió y no tiene reparación. Por supuesto que la perdoné para aliviar su propio espíritu. Pero como dije antes, el pasado, pasado está.
En un momento nacemos, en un momento nos enamoramos, en un momento podemos perder la salud o la vida, en un momento podemos convertirnos en millonarios, en un momento podemos ser felices, en un momento podemos perderlo todo. En un momento se vive una vida, como decía Al Pacino.

En este momento quiero recordar mi primer beso, el nacimiento de cada uno de mis hijos, la primera noche de amor en Granada, cuando al despertar y asomarme a la ventana la nieve con su manto blanco había cubierto toda la ciudad. La dulce sonrisa de ella cuando era feliz. Toda vez que cada uno de mis hijos mencionaron por primera vez la palabra "papá".

En este momento, quiero pedir a Dios como tantas veces; salud, alegría, felicidad, armonía, éxito y prosperidad para todos los mios. E incluso para mis enemigos..

Raúl Gutiérrez

26 de Junio de 2007



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