Hace unos días atrás, repentinamente tuve que tomar una desición precipitada. El asunto me traería de regreso a la Isla de Tenerife. En cuestión de unos minutos había tramitado mi billete vía internet, y al día siguiente a las 5,00 A.M. me encontraba conduciendo hacia el aeropuerto de Barajas en Madrid. A las 7,00 (y nunca puntual, como ya sabéis) el avión "en teoría" estaría despegando.
La sensación de este viaje, después de tantos otros realizados a la isla, me resultaba muy diferente. Era agradable, relajada, placentera. ¿Cual era el motivo? Recordé que en Enero del 2001 mi llegada a la Isla había sido de manera muy distinta. Por aquel entonces mi relación matrimonial había tocado fondo. Llegué a Tenerife por una propuesta profesional para dictar unos cursos privados durante dos meses, y al poco de encontrarme cumpliendo dicho cometido, me llegó la triste noticia de la petición de separación por parte de quien hasta entonces había sido mi esposa durante 17 años. Los detalles aquí ahora no incumben a nadie más que a nosotros, pero lo cierto es que a partir de entonces, me sumí en un profundo dolor, tristeza y abandono.
Pasaron los años y aunque intenté disfrutar del excelente clima de la isla, del mar y la montaña; de mis nuevas amistades, etc.. todo me resultaba bastante vacío. Saltando otros detalles de mis 5 años de experiencia en la Isla, y cuando parecía que mi vida había vuelto a estabilizarse, a amar y ser amado, a vivir en familia; un fatal accidente de buceo me paralizaría (y nunca mejor dicho) durante estos últimos tres años. Todos mis proyectos, ilusiones, y posibilidades serían totalmente frustradas. De tal manera que a principios del 2006, me vi obligado a abandonar la isla en busca de nuevos horizontes y posibilidades de volver a rehacer mi vida. Es decir que entré en la Isla con tristeza y muchos problemas, y casi del mismo modo o peor, tuve que abandonarla.
Ya de regreso a Madrid, donde he sufrido un "Reencuentro" con tantos recuerdos del pasado, y después de año y medio, auto-rehabilitándome, y reconstruyéndo mi propio "yo interior", es cuando de pronto me encuentro en el avión camino de Santa Cruz de Tenerife, con una sensación muy diferente. Llevo tres años recuperándome en solitario de las terribles secuelas que el accidente mencionado dejó en mi. Pero peor aún , son las secuelas que te dejan los fracasos sentimentales. El amar y no ser amado, el cuidar y proteger y no recibir lo mismo a cambio. Pero todo esto es también la mejor forma de entender en carne propia cuanto dolor o daño hemos causado nosotros en el pasado a otros.
Al aproximarnos a Tenerife, y al contemplar la silueta del mar y las montañas de la isla, una sensación muy hermosa invadió mi corazón y todo mi ser sintío alegría. Todo lo cual significaba, que a pesar de las penas y alegrías, de los éxitos y fracasos, de las risas y el dolor; aquí de un modo u otro, en parte "yo había sido feliz". Hace ya muchos años que aprendí que el mar era esencial en mi vida. Era algo que siempre me había faltado. Y que en cualquier lugar del mundo, cada acontecimiento que nos ocurra para bien o para mal, forma parte de la vida misma. Y así, sea como sea, y donde sea, la vida hay que vivirla.
Este reencuentro con Tenerife lo estoy disfrutando a tope. Con su mar, montañas, sus costumbres y su gente. Ahora se que no me importaría volver aquí y recomenzar otra vez.
Buen día a todos.
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