Hoy recibí una "mala y por ser mala, triste noticia". De esas que sabes que puede llegar, pero ruegas que "cuanto más tarde mejor". Era un mensaje desde el móvil de Alba, mi hija. Y este, desgraciadamente decía: ¡Papá, tengo que darte una mala noticia, el Abuelo ha muerto!. Sientes como se te encoje el corazón, ves su rostro en tu pantalla mental, y recuerdas cuando fue la última vez que le viste. Saltan imágenes mentales de aquellos bellos momentos y recuerdos vividos. Le envias una oración, un abrazo, y un último adios.
Antonio Zapata fue un "muy buen hombre", un hombre de Dios. Respetuoso, sencillo, humilde, cariñoso, ordenado, tranquilo. Desde su jubilación, hace ya muchísimos años, cada mañana se aseaba y vestía como para volver a su oficina o empleo. Practicaba asiduamente su "taquigrafía" para mantener su mente y reflejos agiles. Le gustaba hacer un poco de gimnasia para no perder su forma física. Y oraba también cada día a Dios. Rogando por su alma y por todos los suyos.
Durante el pasado mes de diciembre sufrió un pre-infarto y después de un buen susto personal y familiar y de unos cuantos días de recuperación en el hospital, regresó a casa para disfrutar de las que serían sus últimas navidades y fiestas de nochevieja junto a sus seres queridos. Cuando parecía que todo había quedado en un mal rato, sufrió una inesperada caída y se rompió la cadera. Entonces fui a visitarle al hospital y tuve la suerte de sostener con él un par de "inolvidables charlas" que ahora jamás se borrarán de mi mente.
A sus ya 88 años de edad, su estado físico, emocional y energético había mermado tanto que me llevé una fuerte impresión al verle tan débil, delgado y pesimista. Traté de animarlo, hablándole acerca de que todo está en nuestra mente, en nuestra fuerza vital, en querer y desear ponerse bien. En verse de nuevo en su hogar, junto a su compañera "Elena"...pero por el desenlace acaecido esta mañana, esto no dió resultado. En cualquier caso, Antonio ya está descansando y con justicia, se encuentra en los brazos de Dios.
Antonio, enciendo virtualmente esta velita con todo mi amor y respeto, para que te acompañe iluminado cada paso en tu nuevo camino...también dejas en mis manos la huella inborrable de nuestros últimos momentos compartidos.
Con mis respetos, amor y agradecimiento.
Raúl Gutiérrez
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