Hace unos días fui a visitar a un matrimonio amigo. Nos habían invitado a cenar con ellos en su residencia personal. Estabamos todos en la cocina con los preparativos y él "Pepe", nos servia un buen Cava. De pronto le dije, ¡Pepe, si no creías que Dios existe, te puedo asegurar que "sí existe"! Ambos nos miramos a los ojos y asintiendo con su cabeza, respondió: ¡Que sí, que sí existe, estoy de acuerdo!
Mi pesadilla comenzó a finales del 2000, principios del 2001. Fue una de esas etapas en las que el círculo se te va estrechando poco a poco, y te va asfixiando lentamente. Afortunadamente lo ví venir, y al menos me dío tiempo para meditar, asumir mis responsabilidades, sentimientos de culpabilidad u omisión, y tomar una desición que dentro de toda la tempestad que sabía me vendría, al menos pude guardar mi orgullo e intenté ser justo con los míos. Aún no sabía que faltaba mucho por pasar..
Así, de la noche a la mañana me encontré completamente solo, solo pero que muy solo. Y entonces te das cuenta de lo insignificante que eres. Que en realidad no le importas a nadie. Ni siquiera a los que creías "tuyos", y por los cuales habías estado luchando durante tantos años para darles una mejor calidad de vida, y que estos no pasasen las miserias que tu has pasado. ¿Donde había estado el error? Ahora se, que cada uno de nosotros a veces vivimos en mundos difententes. Que lo que tu crees que tiene valor para otros, no tiene porque tenerlo. Que tus ideas no tienen porque estar de acuerdo con aquellas de quienes te rodean en el día a día.
Durante toda mi infancia viví como dijo aquel gran genio: en las más altas cotas de la miseria.. nunca tuve nada de todo aquello que hube deseado. Por eso, cuando crecí y a los 15 años comencé a trabajar y estudiar para lograr cosas, comencé a acumular. Lo guardaba todo, y así con el paso de los años, no había hueco debajo de mi cama porque lo que no cabía en otro lugar, allí debajo se podía ocultar. Hasta que llegó un día en que compré una casa grande, enorme, con muchos metros y habitaciones; "para guardar las cosas". Y no solo las guardé, sino que además continué comprando y acumulando. Típica era la frase conocida de mis amigos, quienes solían decir que mi casa era un "museo". Coleccionaba libros, música, instrumentos musicales, trofeos deportivos, diplomas, certificados, revistas, y otros caprichos de mi esposa e hija.
Durante muchos años guardé celosamente todas esas cosas, pensando que a mi propia familia les sería de utilidad, o al menos al faltar yo, las cuidarían y conservarían dándoles el mismo valor que yo. Pero que va. Llegado el momento, te das cuenta que a nadie le interesan tus "chorradas". Cada cual tiene las suyas propias. Y al igual que yo, les interesan esas y no otras.
Triste realidad, pero lógica y natural. Así un día me vi regalando, rompiendo, quemando, tirando a la basura, o dejándolas en el olvido. Al fin y al cabo, un día cualquiera se transforman en un obstáculo, y una carga muy pesada. Sobre todo, cuando no sabes ni tienes donde ir. Y te duele, claro que te duele, pero como se suele decir; distancia y tiempo. A la larga te das cuenta que todo aquello era simple lastre, que no es necesario y que quizás jamás te hará falta nada de eso para continuar viviendo. Porque cada cosa y situación es solo útil y necesaria "quizás" en un determinado momento del camino. Pasado ese momento, ya no volverá a significar lo mismo.
Que la tierra es una escuela de vida, y que la vida es una nueva oportunidad de aprender a vivir y a ser; ya lo tengo claro. Ahora sé lo importante que es el desapego. El compartir tus cosas con otros, y también tus etapas de buena racha, mientras la de tus semejantes está en baja. Todo está en constante movimiento y cambio. Y si no nos ajustamos a esto, nos quedaremos dando vueltas alrededor de lo mismo, hasta que la rueda del destino, nos vuelva a encontrar en la misma estación. Y, o nos subimos al tren a tiempo, o tendremos que esperar al siguiente. Cuanto antes lo hagamos, mucho mejor. Ganaremos tiempo. Evolucionaremos antes y lograremos encontrar el sentido en acerca de "para que estamos aquí".
En mi largo caminar he visto un poco de todo. La verdad, he tenido más años y momentos de éxitos que de fracasos. Pero, lo que sucede es que mientras las cosas van bien y estamos contentos; el tiempo pasa y pasa, casi sin darnos cuenta. Y cuando algún día sufrimos un accidente, o las cosas se nos tuercen, entonces parece como que el tiempo se detiene y nos marca más el dolor que las alegrias vividas en el pasado.
La caída de mi imperio comenzó como dije antes, a principios del 2001, coincidiendo con el cambio de milenio. Y como es bien sabido, cuando viene una vienen todas juntas. Creo por mi propia experiencia, que debemos enfocarnos en procurar salir cuanto antes de las malas rachas. Porque mientras más tiempo permanecemos en negatividad, tristeza o depresión; más enfermedades engendraremos. Tenemos que trabajar con fe, entusiasmo y desición para reconstruirnos física, mental y espiritualmente. Y una vez que hemos logrado limpiarnos en todos los aspectos, comenzaremos de nuevo a "armonizarnos y a vibrar dentro de las frecuencia cósmica universal". Al igual que antes, la armonía con la naturaleza y nuestros semejantes, nos brindará salud física y psiquica. Nuestra energía volverá a estar en resonancia con el cósmos y las buenas oportunidades volverán a aparecer para nosotros. Así la salud, el éxito en todos los aspectos, la felicidad y el amor, serán nuestra morada.
Pero para lograr todo esto, hay que trabajar conciente y contanstemente. Sin perder la fe ni los objetivos. Es un trabajo individual e independiente, donde el grupo es de efecto superficial. Nacemos solos sin que nadie nos lo consulte, y moriremos solos sin que tampoco nadie nos pregunte cuando y como lo deseamos. Es la ley de nuestra existencia.
Tengo muchas razones que al menos a mi, me han demostrado que Dios existe. Porque y aunque tengo amigos que no comparten mis opiniones al respecto. Yo, a quien rezo y pido es a Dios, a la Virgen Santísima, y a mis Ángeles dela Guarda. Y son ellos quienes me escuchan y me conceden nuevas oportunidades día a día. Desde mi infancia me ocurren cosas extraordinarias, fantásticas, que sé incluso que no son comunes a todos. Porque quienes me rodean y son testigos de acontecimientos insólitos en mi vida, suelen exclamar que "a ellos jamás les ocurren estas cosas", ni han oído de ellas en su nucleo social y familiar. No quiero decir, que yo tenga algo especial. Solo que por hechos reales personales, tengo fe, respeto y obediencia.
El secreto está en darnos cuenta que en realidad somos lo que queremos ser, y tenemos lo que nos merecemos. Dios me ha dado mucho durante toda mi existencia. Y cuando ha dejado de darme, ha sido simplemente para ofrecerme una nueva oportunidad de comprender el "simple mecanismo de la vida", y permitirme de esta manera "evolucionar".
Un fuerte abrazo a todos. A mis amigos que en este momento están sufriendo alguna pena, dolor o decepción; por favor levantad la mirada, salid a dar paseos por nuestro mundo, contemplad cuan grande es la obra del creador, la cual se encuentra siempre abierta para nuestro disfrute, contemplación y beneficio. No es necesario comprar las maravillas expuestas para creer que son solo nuestras. Están ahí para todos, y no para unos cuantos...
Buenas noches.
Raúl Gutiérrez
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